Durante las tres horas que dura Blonde no he dejado de sentir ira. Y parece que no he sido la única. Esta película, exuberante artefacto, construida para dotar de entidad política y humana a Marilyn Monroe, ha acabado resultando un bochornoso espectáculo de condescencia masculina, un mansplaining onanista. Del desastre salen indemnes los intérpretes, Adrien Brody, y en especial, la monumental Ana de Armas, que se ha dejado la piel dando vida a esta Marilyn rota y humillada, por los siglos de los siglos. Pero, sin Amén. Andrew Dominic adapta la novela de Joyce Carol Oates, que – desde su […]